El 29 de noviembre de 1873 se sanciona la Constitución Provincial que incluye la figura con jerarquía constitucional del Consejo Escolar en el ordenamiento de las instituciones del Estado.
Desde aquel entonces los Consejos Escolares se fueron modelando como institución democrática para ser parte del gobierno de la educación pública, incorporando a los vecinos que fueran electos para “hablar” de escuelas, de su administración, del acompañamiento en el crecimiento de la comunidad, de necesidades y proyectos. Para trabajar cotidianamente en "la adminstracion de los establecimientos educativos en el ámbito de competencia territorial distrital, con exclusión de los aspectos técnico-pedagógicos".
Los Consejos Escolares velan para que cada día se abra la escuela y los alumnos puedan aprender y pasar allí sus mejores horas del día.
Los Consejos Escolares también planifican, sueñan con nuevas escuelas, y trabajan cotidianamente para que el derecho a la educación sea verdaderamente para todos.
Y lo mejor de todo esto es que no trabajan solos. Planifican, sueñan, reclaman, trabajan junto a muchos otros sectores de la comunidad que también se empeñan en tener las mejores escuelas para nuestros pibes. Por eso articulan con otras organismos descentralizados de la DGCyE, con los Sindicatos, con la Municipalidad, con las Cooperadoras, construyendo y defendiendo colectivamente el derecho de tod@s a una educación pública de calidad.
Los Consejos Escolares viven hoy un preocupante retroceso que golpea a la democracia y a las leyes que enmarcan su función. Cuando los intereses y las finalidades no son compartidas, unos entienden que el dialogo es la solución, pero otros consideran que el camino es el desgaste, el “intencional desconocimiento”, el ninguneo, el hostigamiento y demás actitudes que peligrosamente cercenan la soberanía y las facultades de una institución democrática.
Los Consejos Escolares hoy resisten defendiendo sus escuelas y haciéndose escuchar ante oídos que simulan sorderas. A veces con pequeños triunfos logrados por la constancia y la insistencia, pero también con el sabor amargo de saberse un estorbo para los planes finales de un modelo de exclusión.
Aun así, el Consejo Escolar debe renovar el compromiso adquirido al asumir las funciones que le competen, porque es un compromiso con la gente que elige a sus representantes y fundamentalmente con la Educación Pública.